No me apresuré a abrazar el concepto de ningún dios, de cualquier ser que pudiese dictar los códigos de conducta y los preceptos de toda una sociedad. ¿Acaso la moral no es una fuerza interior? Y, si lo es, ¿los principios han de ser dictados o sentidos?
A esto sigue la pregunta sobre los propios dioses: ¿son estas entidades seres reales, o son la manifestación de creencias compartidas? ¿Las personas actúan de cierto modo porque siguen los preceptos de su dios, o es ese dios la culminación de la conducta inherente a los hombres?
En otras palabras: ¿siguen los humanos los preceptos de su dios, o es dios sencillamente el nombre idealizado que dan a sus acciones?
No sé la respuesta, y he llegado a comprender que tampoco la saben los demás, no importa lo mucho que griten lo contrario.
Los dioses son muchos y diversos, o tal vez los muchos y diversos nombres e identidades correspondan a un mismo ser.
No lo sé ni me importa.
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