Elvenking - The divided heart

junio 09, 2007

Voz sexta: ... el Reykiavyk


Se recostó en su litera, observando su habitación (su triste resguardo donde no alcanza la luz), perdida la mente en una quimera, perdida su alma en un sentimiento. Nuevamente (muy a su pesar, y a la vez para su dicha) afloraba en su pecho esa mujer. Había querido sacarla de su vida, olvidarla, pero ya cansado de lidiar entendió que esa era la única cruzada que no podría ganar. No importa lo mucho que lo intentará ella estaba hay, siempre: su esencia, el eco de su voz, su calma mirada, su hermoso rostro, el calor de su alma… y con los ojos clavados en el techo, nuevamente su pensamiento rumbo a ella, inevitable.
- Cuánto tiempo hube esperado por ella, para ahora perderla, no poder estar a su lado - se inquirió, gritó, en la espartana soledad de su cuarto, de su vida… Como es de esperar (y como él también esperaba), la única respuesta fue el silencio, quebrado solo por los juglares y sus tonadas en la lejanía.
- *** ¿Es que alguna vez te quiso?, no, sólo fuiste su capricho… nada más que eso ¿entiendes? Capricho *** – se sorprendió al escuchar esa voz, que no era más que su propia voz. Pensó, y deseó que hubiera sido así, que ese otro yo se hubiese ido tiempo atrás cuando la conoció, pero hoy estaba de vuelta con su acostumbrado sarcasmo, su sagacidad… y lo peor para atormentarle y sembrar la duda en su ya desgarrada alma.
Reflexionando, abrumado por sus sentimientos le costaba entender lo que pasaba. No era bueno para eso del amor, lo sabía, y llego a creer que eso fue la causa de todo. No llegaba a concebir lo que hiciera mal, repasando cada segundo junta a ella, intentaba encontrar la razón del cisma…
- Ya no queda nada - caviló, aún sabiendo que existían en su vida motivos por los que seguir, los veía sólo como una distracción. Una vez solo, todo era ella. Observando por horas su efigie. No concebía una señal que le indicará que debía continuar, todo estaba perdido, se sentía vacío…
Lloró, “mi alma se asoma de nuevo” se dijo, lloró como no lo había echo hace muchos años… y pensó en la última vez que lo hiciera… a solas, cuando aún era un infante, ante el cuerpo inerte de su progenitor.
- Es lo mismo - se dijo, - es cómo si la muerte me la hubiera arrancado - Pues ya nunca podría volver a hablarle como lo hiciera antes, no podría volver a sentirla cerca ni tampoco a besarla… es como si estuviera muerta, - no, es cómo si yo estuviera muerto…
Y deseó morir, con sus lágrimas…
Estaba dispuesto a luchar por ella, a enfrentarse incluso a un dragón rojo en compañía de su espada y sus conjuros… a cualquier cosa por ella.
- *** ¿A luchar por ella?, no seas imbécil, ¿por qué te preocupas? ¿Qué te importa lo que le ocurra a alguien que no te aprecia? ¿Qué le debes a ella?, mírate, no eres mejor que ayer… peor diría yo, estás más débil *** – habló esa voz nuevamente…
- ¡Calla! - le ordenó el mago, sabiendo que era inútil.
Y tuvo miedo, miedo de que todo fuera de nuevo lo mismo… a que al final toda lucha fuera en vano, pues chocaría nuevamente con ese frío cristal que los apartó (y el miedo le llevo a quedarse sin hacer algo). Por eso subsistía a la espera, anhelando una señal que le indicará que debía continuar, pero no llegaba… sólo se iba el tiempo entre sus manos como un puñado de arena.
- En vano esperó, lo sé, ha pasado el tiempo y ella se fue. Tan solo en mi nostalgia la veo volver…
Se cuestionó (como había hecho desde los primeros días en soledad) su decisión de separarse… pero luego se confortó con la idea de que había sido lo mejor…
- *** Lo mejor para ella querrás decir *** – Lo interrumpió su otra voz – *** para ti quizás haya sido demasiado tarde… todo por no escucharme hace un tiempo: te dije que esto no te llevaría a lado alguno, te dije que siguieras tu camino y no me escuchaste. Lo mejor hubiera sido que no la conocieras ***
Calló, mientras el eco de sus palabras se perdía en su interior. Es lo que no le gustaba de esa voz, su elocuencia a la hora de hablar. Quiso creer que se equivocaba, recordó los momentos que pasaron juntos e inevitablemente el dolor hizo mella en él.
- Construiré una torre en el norte, donde renaceré, sin sentir ni querer… - pensó desesperadamente, aferrándose a las sombras de su pasado… - si no me queda otro camino, si veo la esperanza morir tirada a mis pies, tal será lo que haré.
Aún así deseó que su otra voz no lo escuchara pues sabia que se mostraría de acuerdo. Razonó mas lentamente acerca de sus palabras, pensó también en ella y en como lo estaría pasando… no estaba seguro de saberlo, pues dado los últimos días que pasaron juntos no era capaz de saber lo que ella sentía.
Deseaba verla, pero si la encontrara por la ciudad en cualquiera de estos días sabía que no sería capaz de mirarla a los ojos, y si lo hiciese asomaría a su rostro “una sonrisa, máscara de dolor” (recordó un viejo verso recitado por Olvaerr, un bardo de la región)…
Se levantó, se secó el rostro de las lágrimas que había derramado y observó al exterior por la ventana.
- Como se va el tiempo, es ya de noche - se dijo mientras tomaba el libro de la mesa de noche y se encaminaba a las escaleras de caracol que lo llevarían al salón de recepción y a la puerta de salida. Un gato, negro como una noche sin luna que jugaba con una bola en el sofá, salto desde el al ver bajar a su amo. Este animal era el familiar de Rethzel (pues como es sabido, cada mago tiene un animal mágico que le acompaña… llamado familiar).
- Orión - dijo al verlo venir - saldré un momento a la floresta, no es necesario que me acompañes: sólo leeré un poco a la luz de la luna.
El felino pareció entender pues volvió a saltar sobre el sofá y siguió su juego con la pequeña bola de acero.
La puerta de la torre se abrió, y un haz de luz se formó desde la puerta hacia el exterior, para luego desaparecer cuando él cerró la puerta tras de sí con un sutil movimiento de su muñeca (al fin y al cabo era un mago).
Se internó en el bosque de camino al lugar de siempre. La luna llena le daba como de costumbre la bienvenida (había llegado a considerarla su única amiga, aparte del gato).
Y en la retina del mago, grabada a fuego, una imagen: la de la mujer que amaba…

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