Elvenking - The divided heart

septiembre 10, 2007

Voz décima: Sombras en la oscuridad


Era de noche. La luna llena coronaba el cielo y unas tímidas estrellas comenzaban a pintarse en la noche… nuevamente caminaba en soledad por el bosque, por pasaje de aromos que aún no había recorrido. *** ¿Qué pretendes con todo esto? *** Le cuestionó esa otra voz que formaba parte de él. El mago calló y continuó su camino… siguió en silencio en parte porque no conocía la respuesta… sólo caminaba, eso era todo.

Caminaba y su mente se perdía en pasados recuerdos. Acudía a ellos de forma inconsciente, no porque lo quisiera (de hecho, detestaba cuando esto pasaba). Eran muchos los recuerdos que albergaba en su alma, mucho más de lo que esperaba… (“cuanto espacio desperdiciado” se dijo)… A pesar de haber pasado gran parte de sus primeros años con Elderon, su maestro en el arte arcano, eran escasos los recuerdos de ese tiempo, tal vez por ser el más remoto. Recordaba también las aventuras vividas con Radbug, Asenath, Alma y el resto de los Heraldos, así como los momentos (buenos y malos) vividos con los aventureros de la Espada Esmeralda. De estos tiempos guardaba especial recuerdo de Circe, quien compartiera su senda por un tiempo. Incluso llegó a creer que todo iba a terminar bien, pero olvidaba su regla universal, como le llamaba: “cuando todo va bien, es presagio de que se avecina una tormenta, una gran tormenta”…

La luna llena ya había alcanzado su cenit y la luz se colaba tímida por entre las copas, su sombra se proyectaba contra el suelo dibujando un espectro de lo que era…

- Un espejo de lo que soy, - se dijo – el reflejo de la oscuridad de mi alma, una retorcida ironía de la soledad… de lo que soy y seré.

Corría un viento estival que hacia bailar las hojas de los árboles y golpeaba su rostro con una calidez que extrañaba, las sombras se mecían inquietas…
… las sombras se mecían inquietas y tuvo la sensación de que no estaba solo. Oculta por los árboles una persona se acercaba a él. Esperó. Esperó como había hecho tantas veces aguardando ver desaparecer ese sentimiento para no crearse problemas. No sucedió. Llegó a él junto con un golpe de brisa, una brisa que traía su aroma. Al comienzo no se mostró sorprendido, clavó sus oscuros ojos en los de la muchacha y luego de una pausa siguió en silencio su camino… ella fue tras el mago. Caminaba. Silencio. Ahora caminaban juntos, sus sombras se dibujaban fundiéndose en una en la oscuridad. Caminaba. Silencio. Caminaron largo rato. “¿Que pretende?”, la pregunta daba vueltas en la mente de Rethzel, y le atormentaba. No sabía muy bien que hacer, estaba acostumbrado a la soledad de su torre… era su vida. Caminaba. Silencio. Lo único que hacía era caminar, seguía un camino sin final sin preguntarse adonde le llevaría. No. Esa no era en este momento su preocupación. Caminaba. Silencio. Casi podía sentir como una fría barrera se iba interponiendo entre los dos, un cristal que a pesar de toda su voluntad no podía romper. Caminaba. Silencio. El camino se volvía ahora más ancho, más fácil y supo que era esto un mal presagio. Se detuvo. Silencio. Miró en torno a él… …

...miró en trono a él buscando apoyo. Nada. Oscuridad. Silencio. Miró sus huellas, claras en la húmeda tierra… sólo un par, un par y nada más. Nunca hubo otra sombra, no, fue tan solo un rayo de luna, un engaño de sus sentidos porque al final…

“…la gloria…, la felicidad…, el amor…, mentira todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para qué? Para encontrar un rayo de luna” **(G.A. Bécquer - Rayo de luna)**


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