Elvenking - The divided heart

septiembre 05, 2007

Voz novena: Indefenso


En muchas ocasiones a lo largo de mi vida me he sentido indefenso. Es quizás el dolor más agudo que una persona puede conocer, basado en la frustración y la rabia inútil. El golpe de una espada durante el combate no puede compararse con la angustia del prisionero cuando escucha el sonido del látigo. Incluso si el látigo no azota el cuerpo del prisionero indefenso, sin duda provoca una profunda herida en su alma. Todos somos prisioneros en un momento u otro de nuestras vidas, prisioneros de nosotros mismos o de las expectativas de aquellos que nos rodean. Es una carga que soportamos todos, que todos odiamos y que muy pocos consiguen eludir.

En mi obcecamiento juvenil, creí que podría valerme solo, que tenía la fuerza suficiente para conquistar a los enemigos con la magia y los principios. La arrogancia me convenció de que la voluntad era bastante para superar la indefensión. Reconozco que fue una idea errónea, porque, cuando rememoro aquellos días, veo claramente que casi nunca estuve solo y casi nunca tuve que estar solo. Siempre hubo amigos, leales y queridos, que me dieron apoyo incluso cuando creía que no lo necesitaba, e incluso cuando no me daba cuenta.

Radbug, el Santo; la elfa Lucienne, y Aradia. También han estado la pequeña Thea, Raziel el Matatrolls, Isegar voz de plata, Nienha y, en este último tiempo, Melian, mi querida Melian… y como no, Asenath la Sombra, que estaría por siempre; éstos fueron los compañeros que justificaron mis principios, que me dieron fuerzas para luchar contra cualquier enemigo, real o imaginario. Éstos fueron los compañeros que lucharon contra la indefensión, la rabia y la frustración.

Éstos fueron los compañeros que me dieron la vida.

**Basado en un texto de "El elfo oscuro: el refugio", de R. A. Salvatore**
**Octubre 2006**

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