Elvenking - The divided heart

julio 16, 2007

Preludio: Argentius


I


El extraño se acerco cauteloso hacia las puertas de la empalizada del pequeño Abathorn, en el corazón del Abotwyff. El poblado se ubicaba a los pies de las Faehez, donde los comunes locales habían empezado a practicar la minería. Lo que llevó al extraño al pueblo fueron los rumores que se contaban acerca de estas excavaciones: había oído decir que orcos, nada más que extintos orcos, habían aparecido en las montañas. Sin embargo se contaba que no eran orcos normales, si no tocados por la Marca demoníaca… “marcas de los Tiempos oscuros” se decía el extraño. Ante la suposición de que estos orcos demoníacos le darían algo de trabajo era que se había dirigido al poblado.

Pero algo altero sus planes, las excavaciones mineras fueron más lejos que sólo liberar confundidos orcos, en las profundidades de las Faehez algo más terrible se despertaba de su sueño y el brujo lo pudo sentir. Fue cosas de horas, al caer la tarde el Bálor ya había salido a la superficie y el brujo lo enfrentaba en duelo a muerte. En su feroz arremetida, el tanar’ri había derrumbado los complejos de la mina, acabando con enanos, humanos y algunos elfos que trabajaban en el lugar… y ahora cargaba a la ciudadela. El brujo lo detuvo, con su espada alineada logró superar al demonio y destruirlo.

El vizconde local, agradecido por la valentía del extraño, le ofreció una recompensa cualquiera, a lo que el brujo se negó. Y ante la insistencia del vizconde, el extraño le contestó:

- Me darás aquello que ya posees y de lo que aún no saber. Volveré a Abathorn dentro de seis años, para comprobar si el destino me ha sido benigno.

Cuando el brujo volvió al pueblo no se fue sólo, llevaba consigo a un niño de cinco años, Argentius.

II

El vizconde, ya alejado de la responsabilidad de velar por su ciudad, se abocó a lo que la había estado atormentando durante veinte años: el niño del destino. Aquel a quien había dado vida, pero que tuvo que entregar en virtud de una promesa sagrada. Ahora el vizconde le buscaba, a él y al extraño brujo, para aclarar las cosas, para reclamarle al brujo le devolviera a Argentius. Le encontró, pero el brujo defendió su derecho sobre Argentius, y el vizconde, indignado, desenfundó su arma y se lanzo contra el brujo. Argentius, viendo todo indiferente, fue escuchando las palabras que intercambiaran el vizconde y el brujo, y adivinó algunas cosas. Supo que su maestro había acabado con el Bálor, y que alguna deuda mantenía el vizconde con él.

El brujo tropezó y el vizconde quiso aprovechar la abertura en sus defensas, lanzó una estocada directo al corazón del extraño, una estocada que fue perdiendo fuerza progresivamente, mientras sentía que algo caliente corría por su pecho… el vizconde se sintió desfallecer, una hoja atravesaba su corazón, pero no era la del brujo: Argentius le había dado la estocada mortal al ver en peligro a su maestro.

El vizconde cayó de rodillas, contemplando el rostro de Argentius, y lloró al ver en lo que se había convertido… le miró a los ojos….
- Hijo…. – fueron sus últimas palabras.
- Maestro, ¿quien era aquel extraño? – dijo, mirando confuso a aquel que le enseñara el oficio de brujo
- Tu padre, Argentius, tu padre. – el rostro del brujo no reflejaba emoción alguna.
- ¿Mi padre? Pensé que sentiría algo especial al hallarle – Argentius no demostraba emoción alguna, como todo brujo – Lo del Bálor… ¿usted realmente le mató?
- Si
- Vaya… bueno, ¿continuamos con nuestro camino?

Camina a Ehb.

Argentius Whitefall, brujo humano brethii


Idea y texto original: Aradath
Edición de texto y guión: Rethzel Ragnar

No hay comentarios: