Elvenking - The divided heart

julio 17, 2007

Voz séptima: Evocación de Suna

Se recostó contra un roble, no muy lejos de la fuente (una fuente que le recordaba el color de sus ojos). A pesar de la luz de la luna que besaba todo el claro, decidió no forzar la vista por lo que lanzó un conjuro de luz, y sacó el libro. Sin embargo (como venía sucediendo hace un tiempo) no podía concentrar su mente en la lectura… miró el título del libro, estaba en dracónico pero era algo así como: viaje entre los planos…
- *** Nada más adecuado *** – oyó que decía la voz del Reykiavik (como llamaba a esa otra voz) desde su interior…
Pensó que esta vez tenía razón, nada más adecuado, pues recordaba muy bien su situación. Cuando la vio por vez primera jamás pensó que llegaría a esto, pues no estaba acostumbrado a dar mucho (al menos, Asenath siempre le criticó por eso), y sin embargo hoy se hallaba lejos de su hogar…
Siguió inmerso en sus pensamientos.
… Había llegado a este valle hace ya unos meses, trayendo consigo su torre. Desde entonces no había sido molestado y, al menos eso, lo agradecía. Sucedió sin darse cuenta, a medida que pasaban los días junto a ella comprendió que eran de mundos completamente diferentes: el pertenecía a Suna (o así le llamaba), ella…quien sabe (Realidad, comentó algunas veces).
El mago no le dio mucha importancia a eso, al fin de cuentas había estudiado los planos con su maestro, el elfo Elderon (uno de los cuatro elfos a los que Rethzel toleraba, el resto los detestaba a muerte). A medida que pasaban los meses se fue alejando cada vez más de Suna (y a menudo recordaba uno de los tantos relatos de Isegar: Nieblas de Avalón, que narraba como está isla se iba hundiendo en las nieblas pues ya nadie creía en ella, ya nadie tenía sueños ni fantasías. Narraba como el cristianismo barrió con la antigua tradición de Britania sin respeto alguno) siguiendo los pasos de su amada. Hasta que un día tomo la decisión y decidió dejar Suna.
Dejó muchas cosas, y ahora en la soledad del bosque se daba cuenta: de haber estado en su tierra sabía que la elfa Lucienne, Radbug el Santo y Aradia estarían a su lado siempre, además de Asenath. Pero ahora estaba solo, en un lugar extraño y no podía (o no quería) volver, pues su orgullo le impedía admitir que se había equivocado al dejar su tierra.
- No, no me he equivocado. He conocido otro mundo, la conocí a ella y pude amarla…
- *** Eso suena como esas aburridas trovas de Isegar, que hablan de amor… recuerda sus propias palabras: “mis versos no son para que ser creídos, sino para…***
- …emocionar” - le cortó el mago…
… No hubo respuesta, aunque tampoco la deseaba.
Era ya medianoche, pero no quería regresar a la torre… sumido en sus pensamientos el mago se durmió a los pies de un roble junto a la fuente…

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